La capital uruguaya es ejemplo en Latinoamérica por su manejo de la pandemia. Ha sufrido impactos, pero sus acciones no olvidan dimensiones que otras ciudades dejaron de lado como el espacio público o la defensa del sector cultural.

Montevideo no ha olvidado que el espacio público es “el ámbito privilegiado para promover la integración social y la convivencia ciudadana” y por ello desde antes de la llegada de la pandemia que hoy tiene foco en Latinoamérica, trabajaba en la creación, jerarquización y protección de este capital ciudadano.
A ello se suma que, en medio del impacto de la crisis en la economía local y la tasa de desempleo que se calcula pasó del 9 al 15 %, sus instituciones reaccionaron para ofrecer la mano al sector cultural tan fundamental en mantener la dignidad del espíritu humano.
Estas son tan solo dos de las dimensiones en las que Montevideo ha mostrado su capacidad resiliente, pues si bien no ha sido inmune a retos como la violencia de género y la afectación económica durante estos tiempos, ha demostrado también importantes capacidades de recuperación y respuesta.
LA Network dialogó con su Jefa de la Oficina de Resiliencia (Chief Resilience Officer), Soledad Mantero, para conocer en profundidad los detalles de cómo Montevideo responde y avanza hacia su recuperación.
Montevideo es una de las ciudades con indicadores más bajos de Latinoamérica por afectación de COVID-19. ¿Cuál es la situación actual de la ciudad en impacto a la vida y a la economía?
Sin ánimo de contradecir los indicadores, Montevideo ha tenido un fuerte impacto. Desde que se declaró la emergencia sanitaria en Uruguay, el 13 de marzo, se han registrado unos 1.200 casos positivos de COVID-19 en todo el país.
Cerca del 80 % están recuperados y solo se registraron 35 muertes. Entonces, en términos sanitarios, la COVID-19 no ha tenido un impacto importante en la ciudad. Sin embargo, algunas de las medidas adoptadas para prevenir el impacto sanitario a escala nacional, están teniendo repercusiones importantes en términos sociales y económicos. Es saludable considerar también estos indicadores para evaluar la afectación real.
En mayo de este año, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística INE, la tasa de desempleo en Montevideo era de 9.4 %; actualmente, si bien no se han realizado mediciones oficiales, se estima en un 15 %.
¿Qué acciones puede destacar de las que se tomaron y se están tomando para superar este momento tan desafiante y cómo participa la Oficina @MVDResiliente en la ciudad?
Montevideo ha demostrado una buena capacidad de acción activando un sistema de respuesta diverso denominado #CodoaCodo, el cual tuvo como objetivo inicial disminuir el impacto negativo de la pandemia en sus distintas dimensiones. En tal sentido, se han generado paquetes de medidas tanto sanitarias, como de alivio financiero y de apoyo a la población más vulnerable, que apuntan a sobrellevar el impacto inicial por un lado para, posteriormente, generar acciones concretas como la creación de 1.000 empleos parciales enfocados a personas que han perdido sus fuentes de ingreso debido al COVID-19.
Respecto al rol de la Oficina de Resiliencia, ha sido de acompañamiento y evaluación de las medidas adoptadas, con el fin de sistematizar los resultados y el desempeño de la ciudad, haciendo énfasis en la gestión integral del riesgo, dimensión recogida en uno de nuestros laboratorios de resiliencia y que ha generado el primer plan de #GIR de Montevideo actualmente en fase de implementación.

Uno de los temas preocupantes durante este confinamiento, una de las mayores tragedias en Latinoamérica ha sido el incremento de la violencia de género. ¿Cómo le ha ido a Montevideo y a sus mujeres en este sentido?
Buena pregunta, porque es un tema muy importante en el contexto del COVID-19, que suele quedar minimizado frente a otros temas.
Montevideo no es ajeno a esa situación. Ante las medidas de aislamiento social y permanencia en hogares, el programa ‘Comuna Mujer’ impulsado por Montevideo Igualitario, que ofrece atención y asesoramiento jurídico y psicosocial a mujeres en situación de violencia de género puso en funcionamiento un servicio especial con canales ampliados de denuncia y asesoramiento.
Fue una de las primeras respuestas de Montevideo ante la situación de la pandemia. Hay algunas estadísticas iniciales que demuestran que se ha incrementado el contacto al servicio durante la pandemia. Todavía estamos procesando los datos para poder evaluarlos.
En otro tema, expertos en desarrollo y resiliencia urbana han expuesto que además atender los sistemas de salud o los servicios públicos, entre otros, las ciudades no pueden olvidar la dimensión cultural. ¿Qué tanto se impactó este sector y qué se ha hecho para su recuperación?
Mucho. La cultura fue uno de los sectores más impactados por las medidas de aislamiento social establecidas por el gobierno nacional; de hecho, hasta el momento es el único sector de la economía que no ha sido habilitado para retomar sus actividades.
Montevideo entendió esta problemática en su doble dimensión: por una parte, la necesidad de garantizar las fuentes de trabajo del sector, y por otro, la necesidad de garantizar el derecho de la ciudadanía al acceso libre a los bienes y servicios culturales durante la emergencia.
Por ello desarrolló un plan especial que aborda ambos aspectos, mediante siete líneas de trabajo. Desde la creación de fondos especiales para mantener la actividad o el financiamiento de propuestas artísticas ‘Arte en tiempos de cuarentena’ que busca apoyar proyectos que tengan como fuente de inspiración la emergencia sanitaria que atravesamos; hasta el desarrollo de nuevos contenidos o la disposición de contenidos existentes en sus plataformas de acceso público y gratuito.
Para comenzar con otro de los temas que nos convoca hoy, hablemos ahora de espacio público. ¿Cuál es el balance actual de espacio público en la ciudad? ¿Es equitativo, es accesible, inclusivo?
Montevideo desarrolla desde hace años una fuerte política de creación, jerarquización y cuidado del espacio público, porque se reconoce como el ámbito privilegiado para promover la integración social y la convivencia ciudadana.
La política pública apunta por una parte a proteger la inversión realizada, a través de la mejora de la calidad de los espacios existentes; por ejemplo, mediante obras y equipamientos que garantizan la accesibilidad universal (un ejemplo es el Parque de la Amistad), pero también en la construcción de nuevos espacios, con una concepción contemporánea, como las estaciones Montevideo Inteligente o las propuestas generadas por la ciudadanía a través de plataformas como Montevideo Decide.
Cuéntenos, por favor, ¿qué respuestas ha tenido la ciudad para poner el espacio público al servicio de la recuperación de esta para los ciudadanos o la economía?
En relación con la COVID-19 las respuestas han sido diversas. A medida que el aislamiento social voluntario se flexibilizaba, la Intendencia comenzó a definir nuevas formas para la ocupación y el uso de los espacios públicos, que permitan mantener la distancia entre personas.
A modo de ejemplo. ‘Espacios sin motores’ es una medida que consiste en el aumento de la superficie de espacio público mediante el cierre temporal de calles, para garantizar el distanciamiento recomendado. Que además de generar un espacio público más amplio, también busca promover la reactivación comercial y la actividad cultural en las calles, en condiciones controladas.