Foto: Archivo LA Network

Me cuentan mis papas que en sus épocas de estudiantes veían una materia obligatoria sobre urbanidad y civismo, esto tomando en cuenta el Manual de Carreño que dicta las pautas sobre las buenas maneras que todos deberían aplicar en el día a día. Sin embargo, pareciera que hoy esas buenas costumbres se han perdido y cada uno anda como si viviera solo en el planeta. Hoy predomina el interés y el beneficio personal sobre el colectivo y ello aplica a todas las esferas de la vida y, en especial, en la juventud.

La palabra civismo viene de las palabras civis y civitatis en latín que significan ciudadano y ciudad respectivamente. En síntesis, el civismo nace de la relación entre el hombre o ciudadano con su ciudad o nación. Partir del origen de este concepto es clave para comprender la utilidad de la cultura ciudadana, ese enfoque, política o programa que cree en el poder transformacional del rol de la ciudadanía para vivir mejor en sociedad.

Varios ejemplos del día a día reflejan cómo en Colombia se ha perdido la empatía afectando así el ambiente y el entorno social que rodea a todos. Las bicicletas y los peatones, por un lado, han adquirido mayor jerarquía dentro de la movilidad y sus usuarios creen que tienen todos los derechos en la calle sin comprender que no son los únicos en las vías. Por otro lado, ¿Qué pasa con los que pregonan que hay que ser vivo y evitan así las filas o cometen infracciones de tránsito porque no hay nadie vigilando o afirman que el fin justifica los medios? O aquellos que tiran basura en la calle, llenan de grafitis las paredes, no usan el tapabocas en esta época de pandemia o dañan el mobiliario urbano. Bien decía Aristóteles que “el hombre es un ser social por naturaleza”, de ahí que estos ejemplos reflejen lo que está mal a nivel colectivo y comunitario.

La globalización, los medios de comunicación y la evolución del mundo en términos tecnológicos nos han llevado a creer que el dinero y los beneficios se consiguen fácilmente. Hoy todo vale y no se piensa en las consecuencias a nivel macro sino solo lo que es bueno para cada uno. Por eso, en ocasiones tendemos a creer que nuestra acción individual no tiene efectos, pero si sumamos esos mismos pensamientos a nivel ciudad o país, los efectos serán importantes. En ese sentido, el interés individual no hará que la sociedad progrese nunca por lo que se necesita un mayor empoderamiento y cultura ciudadana para saber convivir, ser más humanos y solidarios.

Aunque hay colegios y universidades que incluyen de manera obligatoria materias destinadas al tema en cuestión, se necesita una mayor apropiación por parte de los profesores y de los mismos estudiantes para querer comprender la importancia y la utilidad de tomar esta asignatura que puede parecer aburrida pero que es la base para la buena y sana convivencia. El énfasis educativo ha estado puesto siempre en lo académico, pero no hay que olvidar la dimensión ética y social propia del ser humano. De igual forma, la educación en casa es relevante para reafirmar conceptos con el ejemplo, así como también hay gran responsabilidad en los medios de comunicación, las personas públicas e incluso el sector público.

P.D.: Lo cortés no quita lo valiente.